David Gilmour en Chile: El lado brillante de la música

Para hablar sobre David Gilmour y la importancia de su llegada a Chile, es necesario entender la historia de Pink Floyd y su legado en la historia de la música en la segunda mitad del siglo XX. La banda británica, dueña de discos legendarios como «The Dark Side of the Moon» (segundo disco más vendido en la historia), «Wish You Were Here» y «The Wall» marcaron la pauta en incontables bandas (especialmente en el mundo del rock progresivo) y hoy en día siguen sonando tan frescos como hace 40 años.
Ese sentimiento pudo reflejarse en las más de 45.000 personas que asistieron este domingo al Estadio Nacional, recinto que fue completamente copado durante el evento. La venta de entradas a este concierto ya da para analizar qué es lo que mueve tanto en la música como para esperar más de 5 horas por una entrada, pero algo es seguro, es música que trasciende generaciones. Se podía ver gente de todas las edades en el estadio, todos felices y esperando saldar una deuda musical a la cual nuestro continente no está acostumbrado. Ya se tuvo la visita de Waters el año 2007 y 2012 en el país (la última con un fuerte énfasis en lo audiovisual), sin embargo, la primera vez del ex-guitarrista de Floyd no pasaría desapercibido entre todos los fans, algunos de los cuales tuvieron que viajar cientos de kilómetros para poder cumplir su sueño.

El escenario del nacional dejó apagar sus luces a las 21:20, momento en el cual se escucharon los primeros acordes de «5 A.M», primer corte de su nuevo disco «Rattle That Lock». Un público que escuchaba en silencio y atentamente cada nota del guitarrista y su banda. La emoción llegó con la primera canción de Pink Floyd, la homónima del disco «Wish You Were Here» donde todo el público cantó el emotivo homenaje al ya legendario Syd Barrett. Las emociones fluyeron aun más cuando pasaron temas como «Us and Them», «High Hopes» y especialmente, la versión abreviada de «Shine on You Crazy Diamond». Sin embargo, Gilmour no hizo esconder sus propias influencias musicales, ligadas al blue y al jazz, como se vio claramente dentro del tema «The Girl in the Yellow Dress». También pudimos ver como el músico inglés hizo un breve repaso en su propia discografía con temas como «The Blue» del disco «On a Island» y repasos a la época más psicodélica de Pink Floyd, reflejado en temas como «Astronomy Domine» o «Fat Old Sun».
La puesta en escena del concierto, a diferencia de lo que fue el show de Waters en el 2012, fue muy austera. Como todo buen concierto asociado a Pink Floyd, se instaló el ya mítico círculo rodeado por un estupendo juego de luces, el cual mostraba todas las imágenes asociadas a las correspondientes canciones, sin embargo, se notó que el énfasis del concierto estaba más enfocado a una propuesta más musical que visual, por lo que, pese a que estos no desentonaron en ningún instante, no puede decirse que el concierto haya destacado en este aspecto.
Sin embargo y pese a este detalle, nada importó en las más de 2 horas y media de duración del concierto. El solo de «Comfortably Numb» resumió de buena cuenta lo memorable que fue este concierto. Uno que quedará, seguramente, en la retina de todos los que asistieron al mismo. Uno que se le debía mucho al público latinoamericano y especialmente al público chileno. Uno que fue el primero pero, esperamos, no sea el último.