El escalofriante y maravilloso mundo del cine de Terror

Hoy es Halloween y como tal respiramos el terror en el aire, una fiesta occidental que como buenos patriotas hemos adoptado, pero al fin y al cabo una instancia para pasarla bien con los amigos y por qué no, ver unas buenas películas.

Hace un par de semanas fui al cine a ver «La Bruja de Blair», la nueva producción de terror de este año y secuela de una de mis películas favoritas del género: «El Proyecto de la Bruja de Blair», al salir de la sala de cine sentí una gama de emociones que ya expliqué de mejor manera en la review respectiva, pero también me puse a pensar harto en: ¿qué es lo que hace al horror un género interesante? ¿por qué pagamos por el susto? ¿somos una sociedad masoquista? debe serlo, es decir, las cintas de terror son de las más rentables de la industria, y por lo mismo recibimos en nuestras carteleras cientos de filmes al año, a pesar de que la mayoría son una basura.

Pero ahí va otra pregunta, ¿por qué tantas películas de este género son tan malas? Cuando un portal de cine publica su lista de las peores cintas del año, por lo general un gran número son de terror, ¿qué esta fallando? En esta columna planeo analizar el género, sus características, que hace que algunos de sus filmes sean buenos, y que hace que otros fallen rotundamente.

Partiré hablando de mi experiencia, desde que era un puberto que soy gran fanático del cine de terror, peliculas de zombis, slashers, esas noches con mis primos viendo cintas como «Freddy vs. Jason» o la franquicia de «Saw» (que en retrospectiva, no eran tan buenas) son grandes recuerdos que tengo, siempre sentí atracción por los filmes de miedo, y es porque son adrenalina pura, el miedo genera eso, a diferencia de otros géneros, te exalta y que te llena de vigor, es una sensación extraña, pero es entretenida y no por nada son tan taquilleras.

Muchos filmes que vi, no eran tan buenos, pero cuando eres joven todo es grandioso mientras sea entretenido, y es que en esos tiempos cosas como un buen guión o personajes interesantes no me importaban en lo absoluto, solo sangre y escenas escalofriantes, pero ahora como adulto valoro aún más las buenas producciones de terror, porque puedo ver más allá del miedo, siento el como se genera y eso lo hace interesante de analizar.

Cuando era chico, alrededor de los 8 años, si alguien me hubiera preguntado, sin lugar a dudas hubiera dicho que «Jurassic Park» era una película de terror, solo los primeros cinco minutos, aquella escena del guardia siendo devorado por un velociraptor, eran suficiente para sacarme de la habitación, muchos familiares usaban esos filmes para asustarme. Ahora que soy grande ya no me da miedo, pero me sigue generando escalofríos, porque analicémosla un poco.

La escena está muy bien rodada, la música y la dirección es increíble, a pesar de su mínimo tiempo en pantalla, le tememos al velociraptor, y eso será fundamental durante el resto de la cinta, porque desde su primera aparición ya sabemos que es un depredador nato, que puede ingeniárselas como sea para capturar a sus víctimas, y eso es terror puro, la idea de pelear contra un animal cuyo único objetivo es matarte y comerte, que es tan inteligente como tú, pero que al mismo tiempo no puedes razonar con él. Spielberg en cuestión de minutos creó un antagonista terrorífico, y no necesitó de sangre, ni si quiera de la presencia física del animal, los dedos del guardia desvaneciéndose fueron lo único que necesitó para aterrarnos. Hay toda una magia de dirección, notemos la calma con que se nos presentan estos animales, la cámara en cada ángulo permanece estática y solo se mueve cuando miramos desde la perspectiva del velociraptor, punto que también es importante, cuando nos ponemos en el lugar del animal vemos a través de las rendijas de la jaula, como una bestia encerrada preparándose para depredar, y una vez ataca, todo se agita, la música cambia, la tensión está en el aire y sin mostrar una gota de sangre en menos de cinco minutos no queremos estar ahí.

No es la primera vez que Spielberg hace de un animal un enemigo escalofriante, una de sus primeras y más recordadas películas es «Tiburón». Esta cinta fue tan potente que le causó un daño irreparable a la imagen de los tiburones, playas quedaron desoladas el verano del 73 solo por un «inofensivo» filme.

En ese sentido demostró como menos es más, casi no vemos al animal en cuestión, y es que él lo quiso siempre así, la idea de algo que no vemos es más tenebrosa que lo que sí vemos, le tememos a lo desconocido, su dirección es sublime en dicha película, mezclada con la música (ya icónica a estas alturas) de John Williams, dieron como resultado una producción que cambió a Hollywood para siempre, ¿y cómo? Hoy en día mucha gente diría que necesitas kilos de maquillaje y efectos especiales para aterrorizar a una nueva generación, ¿cómo lo hizo Spielberg hace ya más de 40 años? ¿Necesitó desangrar a sus víctimas y desparramar sus intestinos? No, no lo hizo, mostró majestuosamente el daño del animal, le dio caracterización a sus personajes, gente común y corriente, como uno, e hizo de algo tan inofensivo como un viaje a la playa en una pesadilla, en otras palabras, no nos llevó al tiburón, trajo el tiburón a nosotros, nos puso en el lugar de esa gente y nos aterró con la idea de que esas cosas nos pasaran.

Muchas películas de terror no entienden ese concepto tan simple, el miedo es poderoso cuando logras ponerte en el lugar de la víctima, cuando piensas «eso podría pasarme a mí», pensemos en otra de las producciones más recordadas del género: «El Exorcista», en esta cinta tomaron al enemigo más icónico de la historia del mundo occidental, el demonio, y lo trasladaron a un ser tan inocente como niña, hicieron de una familia común y corriente el nido de una presencia oscura, y es efectivo porque nosotros vivimos eso, ¿qué pasaría si uno de nuestros familiares fuera poseído? esa es la pregunta que tan bien planteada está en la película de William Friedkin.

Hablemos parte de aquello que hace bueno o malo a un filme de terror:

Los personajes y un contexto identificable:

La razón por la que hay muchas cintas de horror que se recuerdan como un chiste es porque son completamente poco empatizables, más aún en nuestra posición al sur del mundo, los slashers ochenteros la mayoría de las veces estaban protagonizados por mariscales de campo y porristas, nada que ver con lo que la gente común vive, por esto, no empatizamos con aquellos que deberían importarnos en la historia y hay momentos en que incluso agradecemos que los maten.

Películas como «El Sexto Sentido» funcionan bien porque sus personajes están bien constituidos, son gente normal, un niño que es molestado en el colegio, que es tratado de «bicho raro», ahora más encima debe lidiar con la presencia de gente muerta en su vida, y un adulto con una esposa que parece no comprenderlo debe ayudarlo a enfrentar con este problema, esta es gente con la que nos relacionamos, gente con la que vivimos, por eso sufrimos cada vez que algo malo les pasa, por eso tememos por sus vidas.

¿Por qué es «El Resplandor» una de las mejores películas de la historia no solo de terror, sino que en general? Porque el antagonista no es solo el padre, es la demencia, dos cosas comunes, vemos en las noticias que un psicópata mató a sus hijos y a su esposa y luego se suicidó, ver a un padre volverse loco e intentar matar a sus seres queridos es de las ideas más aterradoras que existen, porque es real, y verlo en pantalla nos hace pensar en que tan cerca estamos de terminar así.

Si mostraste a un personaje como un imbécil la mitad del filme, no te sorprendas si termino sintiéndome bien cuando lo matan, por esto es que películas como «La Cabaña del Terror» funcionan tan bien, porque pueden burlarse de estos estereotipos forjados en el género, porque ya todos reconocemos y nos sabemos paso por paso que va a pasar en una película de terror, que si un personaje se droga: muerto, que si uno se va al bosque solo: muerto, que si uno decide separarse del resto: muerto, que si deciden tener relaciones sexuales: muertos, todo es tan predecible que ya no da miedo.

Incluso cuando no son gente común y corriente es importante que nos sintamos cercanos a los personajes, tan solo veamos la escena más recordada de «Alien»:

Es un momento poderoso, porque ocurre en un contexto común, una cena, los personajes están conversando, comiendo, ¿quién no se ha sentado en la mesa junto a unos amigos o compañeros a charlar y comer? Aún cuando esto tome lugar en el espacio, en una nave, todo va como siempre, cuando de pronto uno empieza a tener algo parecido a un paro cardíaco, todos tratan de ayudarlo, y de repente una criatura horrible emerge de su pecho. Un contexto completamente identificable, transformado en un oscuro trauma.

La dirección necesaria:

Siempre es importante la dirección, pero considero que en el terror esta tiene un papel más fundamental aún, hay películas mal dirigidas que han terminado bien, pero un filme de horror que esté bajo la mano de un mal director es imposible que de una buena película, el género es timing, cuando hacer y cuando no, como lograr reacciones naturales y saber como manejar a tus actores.

Hablemos de uno de los aspectos más polémicos del género: los jump scares, para los que no estén familiarizados con el término, se define como el hacer aparecer un ruido y/o imagen repentinamente con el fin de generar sorpresa y susto (como cuando abres una página pensando que es el nuevo video de tu banda favorita y es la imagen de la niña de «El Exorcista» más un ruido sobre los 100 decibeles). En general se considera una técnica facilista, ya que no necesita de ningún talento para usarse, es como imaginarse que alguien te asusta reventando un globo de la nada al lado tuyo, tú te asustarás, pero no por eso te considerarías a ti mismo alguien miedoso, o a la persona que lo hizo un genio del horror.

Para hablar de esto, citemos al maestro del suspenso, Alfred Hitchcock:

La diferencia entre el suspense y la sorpresa es muy simple […] Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. […] Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena. […] En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.

La magia del horror es que debe mezclarse con el suspenso, lo importante no es lo que ocurre, sino que nos lleva a verlo, no nos importa que una muchacha sea apuñalada por un maníaco psicópata, pero verla caminar por un pasillo oscuro para terminar abriendo una puerta y encontrarse con su asesino cara a cara, eso es terror de verdad.

Entonces podrán pensar, ¿cómo podría ser un jump-scare bueno? Siguiendo la analogía del globo, imaginemos que yo te asusto una vez haciéndolo reventar, la próxima vez lo inflo, tomo un alfiler, pero no lo exploto, probablemente a pesar de esto, igual tendrás miedo, ¿por qué? porque sabes que ya lo hice una vez, así que podría volver a hacerlo. Así debe funcionar un jump-scare, deben usarse en momentos precisos, por ejemplo, después de un silencio vemos al asesino al fondo del pasillo repentinamente, ahora viviremos los siguientes minutos con miedo, porque sabemos que en cualquier momento puede aparecer de nuevo, aunque no lo haga, como el filme ya nos sorprendió una vez, estaremos a la defensiva en espera de que lo vuelva a hacer.

El problema es que las cintas de horror moderno abusan de la técnica, porque sus directores no saben como asustar, cada cinco minutos algo ruidoso y molesto se revienta en nuestras caras, y eso disipa el miedo, ya después de un rato se volverá tedioso y no sentiremos pavor al escuchar el globo reventándose.

La dirección es la explicación de por qué un mismo material puede fallar en manos de diferentes personas, ¿por qué la versión del 2013 de Carrie es tan infinítamente inferior a la original de 1976? Porque a pesar que ambos están basados en el mismo libro, y que este haya sido escrito maravillosamente por Stephen King, Brian de Palma sabía lo que hacía, Carrie no usa sus poderes hasta que es llevada hasta el límite, ella lo único que hace es explotar, soltar su ira, porque fue tratada horriblemente durante toda la película y al final llega a su catarsis y la vemos reventar. En el remake no hay esta sensación de ira, porque antes del climax ella usa sus poderes constantemente, entonces nosotros como espectadores somos conscientes de su capacidad y que mejora en el como controlar sus acciones, por lo que cuando la llevan al límite sabemos que ella puede controlarse, pero aún así decide hacer lo que hace, entonces no sentimos tanta lástima por Carrie.

Un director debe decidir cuando hacer algo y cuando no hacerlo, muchos llevan a sus actores al límite, en la ya mencionada «El Resplandor» Shelley Duvall fue torturada psicológicamente por Kubrick, con el fin de conseguir lo mejor de ella. En «El Proyecto de la Bruja de Blair» la actriz Heather Donahue admitió tener pesadillas semanas posteriores al rodaje del filme, los directores le ocultaron cosas a sus actores, los hicieron perderse en el bosque de verdad, durante la noche sacudieron sus tiendas y los sometieron a muchas cosas con tal de tener un metraje realista, y lo lograron.

Incluso fuera del género, hay directores que simplemente saben como causar terror y suspenso, uno de los mejores a mi parecer es Sam Raimi, conocido por los aficionados del terror como el genio detrás de la franquicia «The Evil Dead» (siendo la segunda una obra maestra), pero más recordado por el público en general por ser el hombre detrás de la trilogía original de Spider-Man, tan solo observemos esta escena en «Spider-Man 2».

Algo que adoro aquí es la ausencia de música, el silencio es clave, las tomas y los ángulos, se muestra tan poco, pero es tan efectivo, ver a las víctimas ser arrastradas a la oscuridad, ver un objeto potencialmente peligroso desaparecer, ponerse en el ángulo de los tentáculos y observar como se acercan a las personas para asesinarlas, cada decisión está justificada y por lo mismo, incluso cuando nadie en su sano juicio diría que esta cinta es de horror, esa escena sin lugar a dudas podría ser sacada de una.

Algunos cineastas confunden el asustar con el traumatizar, y por eso llegan a algún rincón del mundo verdaderas basuras como «El Ciempiés Humano» o «Una Película Serbia», porque sus directores creen que por mostrar las cosas más perturbantes alguna vez hechas, entonces tendrán una buena cinta de horror, pues no es así, esos filmes no son buenos, porque no hay un fondo en absoluto, solo las escenas más shockeantes alguna vez imaginadas, yo puedo pensar en las cosas más horribles del mundo, eso no me hace un genio del terror, porque no por poner las pesadillas más oscuras de la gente en una cinta, esto la hace buena, lo importante no es qué vemos, sino cómo lo vemos.

Entonces, el consenso es que para dirigir buen suspenso y buen terror, no son necesarios gritos o gente siendo desmembrada, es saber cuando hacer algo, qué tanto mostrar y por qué mostrar, la gente le teme a lo que no ve por lo que es clave dejar a la imaginación las cosas más horribles ya que en nuestra mente está la respuesta a aquellas preguntas que estas cintas plantean.

 Expectativas del público y marketing:

Este es probablemente el punto más polémico y lo que en mi opinión está arruinando el género hoy en día: el público, considero sin lugar a dudas que «El Babadook» es la mejor cinta de terror que ha salido en el mercado en los últimos años, sin embargo pasó bajo el radar de mucha gente, y muchos que la vieron la encontraron «fome», ¿por qué? porque no hay una gran revelación del monstruo, este espectro que ataca a una familia casi no es mostrado, lo que al espectador promedio le dejó decepcionado, porque ellos no querían ver el drama y suspenso psicológico que este filme estaba expresando, sino que una producción vacía sobre fenómenos paranormales llena de efectos especiales sangre e imágenes terroríficas, perdiendo completamente el punto de lo que esta obra de arte muestra, una mirada a la depresión y al enloquecimiento psicológico por el que la familia pasa, eso es mucho más horrible, es real, es una perspectiva única y aterradora, pero la gente quiere ver sangre y asesinos maníacos.

¿Ven aquí el problema? Quizá muchos de los que están leyendo en efecto representan este público, pero no perciben la gravedad de esto, no engañemos a nadie, las películas se hacen por dinero, a pesar que los directores y equipo tengan las mejores intenciones, no seguirán trabajando si lo que hacen no les genera beneficios, es por eso que es ya casi no recibimos buenos trabajos de terror, porque no es lo que va a ver la gente, y los estudios quieren alimentar sus bolsillos, así que si una octava secuela de «Actividad Paranormal» logra duplicar su presupuesto, entonces seguiremos en un bucle hasta que nos aburramos de estas franquicias.

A veces pasa que la gente busca cosas que los filmes no quieren entregar, pero también ocurre que pierdan completamente el punto de la película, el 2009 Sam Raimi dirigió «Arrástrame al Infierno», filme al que le fue bien en taquilla a decir verdad, pero que mucha gente la encontró «mala, ridícula, tonta», el problema es clave acá, de eso se trata la película, no hay intenciones de ser «El Exorcista», este trabajo busca ser casi que una comedia, una parodia al saturado mercado del horror, con toneladas de jump-scares, malos efectos especiales, actuaciones exageradas, es divertidísima si no la tomas en serio, y ese fue el punto desde el principio, ser una comedia de terror que parodie las malas cintas del género, además de tener escenas verdaderamente escalofriantes.

En este sentido tampoco puedo culpar del todo al público, el estudio también es el responsable de pecar, porque el otro gran enemigo del cine de terror es el marketing, como mencioné, las productoras quieren ganar dinero, y un drama psicológico o una comedia de terror no son tan atractivas como la idea de vender «la películas más atemorizante de la historia», esta es la meta que todo estudio quiere lograr, retar a los espectadores: «¿no quieres ver esta película? ¿qué acaso eres un miedoso?» apelando al orgullo logran atraer mucha gente, el problema es que al final ellos van al cine a ver un trabajo completamente distinto al que les promocionaron y no es de sorprender que si quieres morirte de miedo y terminas muerto, pero de la risa, termines un poco molesto. Entonces las compañías cargan con la culpa de marketear mal obras que de otra forma tendrían su público objetivo y bien calculado.

Este año ha sido extrañamente bueno para el cine de terror, han salido producciones como «La Bruja», «No Respires», «Cuando las Luces Se Apagan» y «El Conjuro 2», además de la hasta ahora bien recibida «Ouija: El Origen del Mal», que sí, a mí también me sorprendió que fuera tan aclamada, sin embargo, no nos engañemos, las cintas que suelen llevarse todo el dinero son pésimos trabajos como «Anabelle», que no ofrecen nada, pero de alguna forma ganan todo, y la problemática es que mientras la gente las vaya a ver, eso vamos a recibir, los estudios ahora por suerte están apostando por ideas originales y es nuestro deber apoyarlas para que el género no sucumba ante estas basuras cinematográficas. Hace un par de años era pan de cada día un nuevo remake malo de algún clásico ochentero, o la décima secuela de una franquicia que debería estar más muerta que sus protagonistas, y agradezco que poco a poco ese rumbo vaya dejándose de lado y por lo mismo tenemos la obligación como espectadores de perpetuar y alabar las buenas ideas, para así no caer en el bucle de nuevo.

Música que te ponga la piel de gallina:

Cuando pensamos en los mejores trabajos del género, en su mayoría vienen asociados a un soundtrack característico, ¿habría sido «Tiburón» tan potente sin la magistral banda sonora de John Williams? Es difícil responder la pregunta, pero hay varios puntos que vienen asociados al uso de sonido e instrumentalización en un filme.

En primer lugar está la importancia del silencio, a veces la mejor forma de describir un momento es simplemente con calma y tranquilidad, dejar que sea la misma oscuridad quien llene tu mente de los más oscuros y tenebrosos pensamientos, es la sabia decisión que puede elevar algo de bueno a espectacular.

Muchos aprovecharían esto para luego sorprender con un sonido potente y fuerte que deje tus oídos sordos, pero el no hacer nada sigue siendo la mejor respuesta, porque la reacción típica del espectador es esperar que nos asusten luego de tranquilizarnos, por lo que una contra-respuesta a esto es básicamente, no hacerlo, aquí es cuando un jump-scare bien usado antes en la trama puede generar la tensión necesitada.

La música también nos dice cómo sentirnos, escuchando el tema central de «Halloween», compuesto por el mismo director John Carpenter, hay una predisposición del filme a espantarnos, cuando escuchas el piano, independiente de lo que esté ocurriendo en pantalla, tu mente sabe que pronto algo malo sucederá, y psicológicamente empezarás a sentir ese frío recorriendo tu columna.

También ocurre que algunos filmes se aprovechan de una historia de buenos soundtrack para plantear un entorno de terror, en «It Follows» hay un constante recuerdo a la nostalgia de los slashers clásicos, y sin aportar con una canción característica, su banda sonora rememora dichas experiencias e inconscientemente nos prepara para un ambiente de espanto.

La música muchas veces nos relaja y nos trae bonitos recuerdos, pero en este caso su deber es todo lo contrario, debe estresarnos, hacernos esperar lo peor, como si el mundo estuviera por acabarse y lo único que tuvieramos para protegernos fuera una ambiente que no hace sino la sensación más mala aún.

Una de mis bandas sonoras favoritas es la «28 Días Después…», el tema que suena en el climax «In a Heartbeat» de John Murphy es simplemente perfecto, una de las mejores canciones alguna vez compuestas para un filme de horror, también usada en otra película de Danny Boyle que igualmente recomiendo: «Sunshine».

Lo que más me gusta del tema es como va creciendo la angustia, hay un ritmo constante, pero poco a poco va progresando, se van uniendo más instrumentos a la armonía, y con un riff de piano que no varía sentimos como el palpitar de nuestros corazones va en armonía con el ambiente de pánico que un apocalípsis zombi tiene que tener.

Si la música está mal escogida o se usa en momentos inadecuados, entonces habrá mucha tensión disipada, y nadie quiere eso, el uso de instrumentos debe realizarse de tal forma que eleve cada sensación, hasta el último pelo de nuestros pies debe levantarse cuando las fuerzas antagónicas se están enfrentando, por lo que no es bueno que todo el miedo y suspenso se haya esfumado cuando el peak aún está por llegar, es básicamente como el sexo.

Maquillaje y efectos especiales:

No soy la clase de persona que se la pasa refunfuñando sobre que lo antiguo siempre es mejor y que ahora todo lo que hace Hollywood es una basura, con solo decir que considero que «El Babadook», estrenada el 2014, es una de las mejores cintas de terror de la historia, debería bastar para confirmar mi argumento, pero no puedo evitar decir que en estos últimos años los malos efectos especiales han sido grandes perpetuadores de las malas películas de terror.

No es que todo lo anterior fuera bueno tampoco, es decir, si ves alguna de las antiguas «Viernes 13» es probable que hasta te rías de lo malos que eran los efectos especiales, pero en manos de buenos directores, hay un cuidado del buen uso de maquillaje y efectos prácticos, una de mis cintas favoritas no solo de horror, sino que en general, es «La Mosca», el remake de finales de los ochenta protagonizado por Jeff Goldblum, si bien en el punto anterior hablé de lo importante que es no mostrar, hay casos como este en que con efectos bien logrados, el mostrar puede ser el producto de pesadillas.

Si David Cronenberg no hubiera apostado por tal uso de efectos prácticos, el horror detrás de esta producción no habría sido tan poderoso, el monstruo es repulsivo y su potente imagen es algo que hasta hoy 30 años después de su estreno sigue manteniéndose intacto. Nadie nunca podrá alegar que es falso, porque no lo es, es algo real, todo lo que vemos fue grabado así en un estudio y por una cámara, esto presenta el enorme plus de conservarse en el tiempo, si tantas décadas después de que esto haya sido novedoso, sigue viéndose bien, entonces en las siguientes no hay motivo por el que deje de serlo.

Otra de las cintas de terror más recordadas por sus magistrales efectos especiales es «La Cosa» de John Carpenter, acá hay un excelente ejemplo del buen equilibrio entre mostrar y no mostrar, la mayor parte del filme no la pasamos con el monstruo, sino viendo a nuestros protagonistas discutir, ya que el debate psicológico y suspenso es mucho más atractivo que el desmembramiento de seres humanos, pero aún así, un agregado enorme al pavor de esta obra maestra radica en que cuando vemos a la Cosa, su construcción es realista y extrañamente hermosa, hay un fascinante uso de efectos prácticos que aportan a que este demonio sea el protagonista de nuestras fobias.

Ahí radica otro gran problema del cine actual, el exagerado uso de CGI (Imágenes Generadas por Computadora), como mencioné, no es que las producciones contemporáneas sean más malas, pero antes no había opciones, los directores o usaban efectos prácticos, o no usaban, y aquellos que eran realmente buenos, se encargaban de no mostrar algo que pudiera verse falso con el paso del tiempo.

Muy por el contrario, ahora con el prolifero uso CGI, una alta gama de directores apuestan por él, y el problema es que ya con un par de años se empieza a ver falso, y cuando tus efectos se ven mal en el terror, es una desventaja tremenda. Hace tiempo vi «Destino Final 5», estrenada el 2011, y cinco años después los efectos especiales ya se ven menoscabados, tan solo cinco años, y es que las tripas y sangre generadas por computadora se ven sumamente poco realistas y cuando el climax del suspenso radica en ellas, no es buen indicio que tu público se ría.

Los efectos prácticos también pueden verse mal, el público no ha sido generoso con los clásicos que han degenerado con el tiempo, pero la diferencia es que un efecto práctico mal envejecido se ve mucho menos mal que un CGI mal envejecido, por lo que el sobre-uso es peligroso, ya que futuras generaciones verán estas cintas y no harán más que reírse, yo ya me estoy riendo de algunas que no llevan ni un par de meses desde su estreno.

La solución no es dejar de usar CGI, para nada, simplemente no hay que sobre-explotarlo, no voy a dar cátedra sobre el buen uso de efectos especiales ya que no es lo intrínseco del artículo, pero mi veredicto es que tiene que haber un uso justo y necesario, en la misma escena que acabo de mostrar la destrucción del puente en sí fue hecha por computadora y muy pocos dirán que es falsa, hay efectos especiales que bien hechos son un punto a favor enorme, la cosa es saber dar la ración correcta.

En Fin…

Hay muchas cosas más que podría decir sobre el cine de terror, soy tan sólo un aficionado que disfruta de morirse de miedo y de pasar un extrañamente buen rato, no me gusta que el género sea relacionado con el gran conjunto de basofias que semana a semana llegan a las carteleras y por lo mismo invito a todos los lectores a apoyar las producciones menos ruidosas y más originales, no dejen que los estudios crean que por vender cualquier cosa con toneladas de sangre y malos actores pueden sacar una suma lucrativa, todo depende del espectador y es nuestra responsabilidad que los años siguientes sigan siendo tan fructíferos como este lo ha sido.

Es difícil hacer terror, se requiere de muchas cosas, no puedes aburrir a tu audiencia, pero tampoco puedes mostrarles demasiado, tiene que haber un equilibrio perfecto, es lo más cercano a cocinar que hay en el cine, si te pasas unos segundos o echas los productos a la olla en el orden incorrecto, quizá estropees todo el plato, por lo tanto es valorable que aún así directores puedan traernos obras maestras que trascienden la idea del miedo para ser realmente un aporte al séptimo arte.

No critico a aquellos que fallan haciendo lo que les gusta, pero no puedo soportar la idea de una productora desechando buenos trabajos originales sólo porque no son potencialmente lucrativos, pasó hace poco que la aclamada «Stranger Things» tuvo que recorrer bastantes estudios antes de poder tener luz verde, y ahí de hecho podemos apreciar mucho de lo ya mencionado, porque esa serie es en efecto un gran ejemplo de cómo resolver bien esta ecuación llamada cine de terror, pero si nadie apuesta, es difícil ganar.

Como buen artículo sobre cine, no podría sino recomendar unas cuantas cintas para que vean esta noche de Halloween, y así puedan disfrutar de buen cine junto a sus amigos y tener una escalofriante velada, así que aquí les dejo diez de mis favoritas con su nombre en inglés, ordenadas por año y con una breve etiqueta sobre el género:

  • What We Do in the Shadows – 2015 (Comedia / Horror)
  • The Babadook – 2014 (Horror Psicológico)
  • 28 Days Later… – 2002 (Horror Psicológico / Zombies)
  • Funny Games – 1997 (Horror Psicológico)
  • Se7en – 1994 (Horror Psicológico)
  • Evil Dead II – 1987 (Comedia / Horror)
  • The Fly – 1986 (Horror / Ciencia Ficción)
  • The Thing – 1982 (Horror / Ciencia Ficción)
  • An American Werewolf in London – 1981 (Comedia / Horror)
  • Halloween – 1978 (Horror Slasher)

Así que eso, pueden buscarlas en Netflix, en algún videoclub o descargarlas de manera completamente legal (?), espero tengan una escalofriante noche y que este artículo los haya hecho pensar de forma distinta sobre el género.

¡Feliz Halloween!

Cristóbal Sepúlveda Cobo

Reseñador de música, cine y televisión y pseudo-crítico, hipster de día, esnob de noche.

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